Getafe salió a un ritmo altísimo, con mucha verticalidad y acierto exterior. Vistazul tardó unos minutos en ajustar defensas y encontrar lanzamientos cómodos, pero cuando lo hizo, el equipo empezó a respirar. Aun así, el parcial se inclinó para los visitantes, que castigaron cada pérdida local.

Aquí llegó la mejor versión defensiva de Vistazul. Getafe tuvo que trabajar cada ataque, y el partido bajó revoluciones. El equipo nazareno defendió con rigor, cerró líneas de pase y hubo un tramo de intercambio de golpes donde la diferencia se congeló.. Aun así, el equipo se fue al descanso con la sensación de que había partido.

El inicio tras el descanso fue clave. Getafe anotó un par de acciones rápidas y abrió brecha, pero Vistazul respondió con carácter, sin dejar que el partido se rompiera del todo. Hubo ataques bien elaborados, circulación y algún destello individual que levantó al banquillo.

El cansancio se notó. Getafe volvió a imponer físico y rotación, y el partido terminó escapándose definitivamente. Pese a ello, Vistazul no bajó los brazos en ningún momento y siguió sumando, insistiendo en jugar sus sistemas y trabajando cada posesión como si fuera empate.

Hay derrotas que enseñan más que algunas victorias. Este 45-77 puede parecer duro, pero deja lecturas positivas: tramos defensivos sólidos, capacidad para competir el ritmo, y un equipo que jamás desconectó. Vistazul sigue construyendo identidad y, cuando el acierto acompañe, este tipo de partidos se leerán de otra forma.