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BSR Valladolid:.

Intensidad y pasión son dos palabras que van de la mano del deporte en Turquía. Si hay algo importante en juego, se multiplica hasta límites insospechados. Besiktas y Galatasaray no quisieron faltar a la tradición del deporte en el imperio otomano y trasladaron hasta Valladolid la fuerza de la media luna para retarse con un pase a la final de la Champions Cup en juego.

 

Çipa plantó en su zona un campo de minas. El técnico del Besiktas propuso una encerrona que estuvo cerca de atrapar a sus vecinos (4-6). Los tapados comenzaron a quitarse la máscara y mostraron sus aspiraciones al trono continental. Sin posibilidad de entrar en territorio vedado, el Galatasaray apostó por el perímetro y encontró, desde la línea de triples, el tesoro que andaban buscando para romper la igualdad (13-10).

La velocidad blanquinegra daba respiro pero no ventaja a un Besiktas al que el poderío de Cerm y Aytaç no le era suficiente para frenar la escalada de su rival. Dos jugadas de 2+1 en la recta final del primer cuarto, protagonizadas por Mehiaoui y Gurbulak, desarbolaron el trabajo del equipo de Çipa (23-15).

Con el viento soplando de cara, el Galatasaray supo poner remedio a la amenaza que suponía la presencia de Kaan Dalay en la pista. El encargado de servir el antídoto en vaso frío fue Gurbulak que demostró tener la muñeca más afilada del duelo fratricida, sumando 21 puntos en los primeros 20 minutos del partido. Secundado por Filipski, el Galatasaray dejó prácticamente sellado su pase a la final del domingo a costa de acribillar a su eterno rival (42-29).

Gota a gota, el Galatasaray fue erosionando al Besiktas, anulado en ataque gracias a un grupo de presión perfectamente organizado encabezado por el estadounidense Matthew Scott, que dejó, gracias a su juego físico, fuera de juego a los hombres altos de Tacettin Çipa (48-31). En la defensa apenas quedaban balas para defenderse y la consigna de los que vestían grana y oro era clara, anular a Cem Gezinci. Tres hombres rodeaban al pívot cada vez que apuntaba a ser el centro de la jugada, atando de pies y manos a un Besiktas que llegó al último cuarto perdiendo 54-38.

Sin más historia que la ya vista, desde ese momento el partido se convirtió en un trámite en el que engordar o recortar los números que figurarán en los libros de historia del baloncesto turco. Gurbulak, Filipski y Scott no se conformaron y continuaron engordando sus estadísticas hasta que el duelo llegó a la orilla para morir (77-56). Una doble victoria para los hombres de Remzi Sedat Incesu, que logran pasar a la final de la Champions Cup por tercer año consecutivo, y que lo hacen pasando por encima de su eterno rival.

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